¿Alguna vez has pensado que en tu matrimonio vendría bien un orientador matrimonial para ayudaros a ti y a tu cónyuge a comunicaros mejor, para haceros entender sin molestar al otro, para que medie y sea cauce de una serie de peticiones?
Si la respuesta es sí, creo que es señal de que quieres mejorar tu matrimonio porque detectas algunos síntomas de desafecto, una enfermedad del corazón que enturbia los cariños más íntimos, los que compartimos sólo con nuestro amad@. Me estoy refiriendo a la malograda comunicación entre los esposos, el mal entendimiento, las heridas afectivas que no terminan de cerrar, los pensamientos negativos hacia el otro, no terminar de conocerl@, la dificultad para ir de la mano en la educación de los hijos, y otras muchas contrariedades que deseamos superar para evitar que pasemos a una dolencia irreversible.
Imagina que vas a quedar con una experta profesional sobre relaciones conyugales y comunicación matrimonial. Estás entusiasmad@ porque te han hablado maravillas de ella y crees que es la clave para retomar una buena relación con tu querid@. Te va a recibir en diez días, pero antes, te pide una serie de cosas para que realices durante los días previos:
Día 1. Escribe en un folio por qué crees que necesitas ayuda en tu matrimonio y en qué aspectos concretos crees que la necesitas.
Día 2. Escribe qué temas te disgustan de tu cónyuge. Clasifícalos en:
- Aspectos que requieren un cambio urgente.
- Aspectos que necesitan un tiempo prudente para darle la vuelta –con mucha lucha- .
- Aspectos que tienen difícil solución, o quizás quepa la esperanza pasados los años, porque estén conectados a su temperamento, como pueden ser las características genéticas y cultura recibidas.
Día 3. Ahora céntrate en los primeros: aspectos que tu cónyuge «debería» cambiar cuanto antes para favorecer una excelente convivencia mutua. Deben ser cosas que te roben la paz cotidianamente. Piensa en asuntos como vuestra intimidad sexual, el estilo de educar a los hijos, las relaciones sociales, las relaciones con la familia política, los amigos, el trabajo, la economía familiar, la organización de la casa y tus expectativas frustadas sobre él/ella, entre otros.
Día 4. Si te pidiera a ti que cambiaras en esas cosas, ¿cómo te gustaría que te lo dijera? Con benevolencia, ¿verdad? Y otra cosa: piensa que todos agradecemos, ante una corrección, oír alguna propuesta concreta que nos sirva de resorte para provocar el cambio y romper la inercia que llevamos practicando. Así que plantea, ante cada asunto a mejorar, cómo podría hacerlo dándole ideas y ejemplos específicos.
Día 5. Si ya tienes todo por escrito, anima a tu cónyuge a que también lo haga, respetando algunos días para que la lista esté bien rumiada y sea acertada…
…Día 9. Ya tenéis una lista de “agravios”, ¡pero no una lista cualquiera! Es un elenco de temas que consideráis que es necesario hablar para la mejora de vuestra relación y, solidariamente, por el bien de vuestros hijos. Bueno, pues ahora toca hablarlos: Un punto tú, otro tu cónyuge, y así sucesivamente. Te interesa mucho escucharle. También le interesa al otro… Piensa que te está diciendo que te quiere, que eres la mejor persona que conoce pero que necesita de ti un cambio. Que vea que apuntas lo que te dice. Tómatelo en serio y aclara cualquier duda sobre lo que oigas. Y luego… ¡a luchar por conseguirlo! Para eso, léelo todos los días: que no se te olvide nada de lo que serán las claves para que tu relación matrimonial sea la mejor posible, porque le mostrarás, con el esfuerzo cotidiano, tu mejor versión.
¿Sabes qué? Si haces todo esto, pienso que ya no necesitas, necesitáis, “terapia” conyugal. Habéis descubierto un secreto para la felicidad matrimonial: pensar en el otro, respetar las diferencias y hablar las cosas desde la reflexión y el cariño.
Muy acertado!